Por diversas causas, entre las que sobresale el ritmo constante de crecimiento económico, Argentina se ubicó este mes como el segundo país de América Latina con mayor inflación, después de Venezuela.
El impacto en los precios internos preocupa a actores económicos y sociales, a los cuales se les presenta el fantasma de la hiperinflación de fines de los años 80, cuando llegó a 114 por ciento mensual. Pero los expertos en general llaman a sosiego y aseguran que las condiciones de hoy son muy distintas a las de esa época.
"No veo riesgo de una espiral inflacionaria", aseguró a IPS el economista Mario Sotuyo, de la consultora Economía y Regiones. "Las condiciones macroeconómicas son sólidas, hay superávit comercial y fuertes reservas (de divisas) en el Banco Central", detalló. Los compromisos de deuda son manejables, los vencimientos se están pagando con reservas del Banco Central y las restricciones vigentes para la compra de dólares están permitiendo controlar los precios, precisó.
De todos modos, Sotuyo entiende que esta "política intervencionista activa" del Estado puede ser "difícil de sostener a largo plazo", sobre todo porque tiene un "alto costo fiscal" en subsidios a las tarifas de servicios públicos y en energía.
El Informe Macroeconómico de América latina y el Caribe publicado este mes por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indica que la inflación regional mantiene en lo que va de este año "una tendencia a la baja".
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El promedio de variación anual fue de 5,5 por ciento entre abril de 2011 e igual mes de este año, periodo que toma el reporte, mientras que igual medición de marzo fue de 6,7 por ciento y la de diciembre de siete por ciento.
Ese declive coincide con una desaceleración de la actividad latinoamericana en conjunto. Se calcula que el promedio del producto bruto regional, que había crecido 4,3 por ciento en 2011, será este año de 3,7 por ciento.
Pero los promedios inflacionarios generales ocultan diferencias. Cepal señala que el indicador anualizado quedó por debajo de cuatro por ciento en abril en Colombia, Chile, México o Perú, mientras que en Venezuela se ubicó en 23,6 por ciento y, en Argentina, en 9,8 por ciento.
Para su estudio, la agencia regional de la Organización de las Naciones Unidas toma el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del área metropolitana de Buenos Aires publicado por el estatal Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
Pero el Indec es cuestionado por algunos expertos y opositores sociales y políticos desde que el gobierno lo intervino a comienzos de 2007. Con esa argumentación, consultoras privadas se dedicaron a hacer mediciones propias, que en general dan datos muy superiores a los oficiales.
En diálogo con IPS, la economista Ana Laura Fernández, del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra), explicó que esas agencias privadas toman el promedio de inflación de nueve provincias. Esta vez señalaron que ronda 22 por ciento.
La mayor parte de las provincias tienen organismos estadísticos propios, cuyos datos coincidían con el Indec hasta su intervención, explicó la experta de Cifra, una entidad vinculada a la Central de Trabajadores de la Argentina, una de las dos confederaciones sindicales del país.
La Cepal señala en su informe que las causas de la inflación regional están en el traspaso de los mayores precios de alimentos y combustibles al de otros bienes, el sostenido dinamismo de la demanda interna y el encarecimiento de los servicios.
Fernández dijo que en Argentina, en particular, "no hay una única causa". "Por su inserción internacional, hay aquí un impacto importante de la evolución de los precios internacionales en alza sobre los precios internos", explicó.
Por otro lado, comentó que los precios en alza en los mercados internacionales de los productos agropecuarios exportados por Argentina empujan, a su vez, los valores para el consumo doméstico.
Este impacto ha tratado de evitarse mediante el cobro de impuestos a las exportaciones, conocidos aquí como "retenciones", señaló Fernández. No obstante, reconoció que esa medida, que genera la fuerte resistencia de los empresarios rurales, "tiene sus límites". "Evitó la disparada de precios, pero no hubo un total desenganche con los valores internos", advirtió.
Otro factor nada desdeñable, según la experta, es "la escasez relativa de oferta y una demanda creciente que convalida los precios". En este país, el consumo interno mantiene el ritmo de crecimiento económico aun en un momento de desaceleración.
La economía argentina creció 8,7 por ciento en 2011 y las proyecciones para este año se ubican entre tres y cinco por ciento, una merma justificada en la crisis que afecta especialmente a Europa y sus consecuencias indirectas en Brasil, su principal socio comercial.
Para Fernández, el impacto negativo de la inflación recae sobre todo entre quienes tienen ingresos fijos, en particular los trabajadores que no puedan mantener el equilibro de sus salarios con el aumento de los precios.
Hasta el momento, los trabajadores amparados por los sindicatos, en especial de las grandes industrias y servicios públicos, lograron actualizaciones más cercanas al nivel real de aumentos que a los datos que brinda el Indec. Es decir, obtuvieron aumentos de entre 20 y 30 por ciento anual.
En ese marco, una encuesta difundida este mes por la privada Universidad Católica Argentina concluyó que la principal preocupación económica para los próximos seis meses es el precio de los alimentos para 39 por ciento de los consultados, mientras que sube a 44 por ciento en la franja de mayores de 65 años.
Consultado por IPS, el economista Abraham Gak aclaró que la inflación actual es "un fenómeno complejo, alejado de procesos de este tipo en otras épocas que correspondían a la emisión excesiva de moneda o a la insuficiente tenencia de divisas".
"Aquí hay una serie de causas concordantes. Por un lado, una demanda de consumo creciente que no encuentra una oferta a la par y, por el otro, sectores económicos muy concentrados que fijan precios a su voluntad y logran adhesión del consumidor", explicó.
Mencionó además la falta de una mayor inversión en servicios públicos para que el trabajador pueda enfrentar los gastos sin perder poder adquisitivo, y las expectativas, que también contribuyen al aumento de precios.
En ese sentido, consideró que la intervención gubernamental del Indec "fue algo nefasto". "Si el organismo estadístico oficial pierde reconocimiento, los privados aprovechan para brindar datos de inflación que luego se aplican a los precios", alertó.
Gak forma parte del Grupo Fénix, un colectivo de profesionales de la Facultad de Ciencias Económicas de la estatal Universidad de Buenos Aires que se constituyó en un foro de debate contrario a las recetas neoliberales que imperaron en los años 90.
Según su opinión, a diferencia de otros períodos, la inflación tiene una causa positiva. "No hay país en el mundo con el crecimiento que tuvo Argentina en los últimos años que se haya salvado de tener un proceso inflacionario", aseguró.